Una maestra en el tiempo.


Es hoy 11 de Septiembre del año 2020. Está transcurriendo como siempre, amanece... gira la tierra como en el inicio de todo y en este movimiento con nosotros incluidos, vamos tambien viajando en el tiempo hacia el infinito. Una fecha marcada por un inesperado evento: PANDEMIA. 

Ya está, un estallido que tomó por sorpresa al planeta haciendo que todo acontecimiento al que estábamos acostumbrados, pasara a ser recuerdo. Lo menciono al señalar que en otros tiempos festejábamos ¡EL DÍA DEL MAESTRO".  Lo soy, ejercí mi profesión como lo más sagrado de mi existir, aun exhalo aire de aula por los rincones de las horas que pasan y pasan... 

Estoy abrumada por la aceleración de acontecimientos inexplicables los cuales observo desde este "Mirador de la vida" que construí en mi fantástico mundo imaginado para una humanidad maravillosa, porque "La vida es sueño y los sueños sueños son" como escribió Calderón de la Barca. ¿Lo recuerdan? Dramaturgo español. 

En soledad; celebro este mi día, recordando la primera escuela a la que me designaron hace tiempo allá en montes santafecinos. ¡Un palacio! Así la vi apenas llegué. Una estampa que me abrigaría por un año completo: 

Fue mi Templo del saber. 
Y sí, lo fue, el hogar es lo que aprendí; ejemplo: aun no sé porque las mujeres tenemos ese don de transformar los lugares más insólitos en castillos de cristal. Reflexiono a la vez que siento esta paz en mi corazón. Si de pronto se cortara la energía, enciendo una vela, en medio del monte no había electricidad en ese entonces, tampoco celular, ni tablet, no T.V. nada de electrónica, era muy fácil para mi espíritu aventurero convivir con la naturaleza a pleno. 

En un trocito de memoria, le rindo un homenaje a esa escuelita que persevera en mi recuerdo como la piedra basal donde construiría mi calidad profesional y orgullosamente expuesto al mundo. 

Una maestra de campo que un día partiera de una gran ciudad, con título universitario a "desembarcar" en una pequeña estación de ferrocarril. 


Buenas noches escuelita del recuerdo; quédate allí, no te vayas todavía. Gracias por enseñarme a ser la persona que soy. Tu humildad quedó en mí, la soledad mi compañía, el silencio un gran amigo y todo el tiempo para mis sueños que se cumplieron sin haberlo deseado jamás. 

Gracias guardapolvo blanco, distintivo de sabiduría al que respeté más allá de mis anhelos.

Yolanda G. Ojeda
Luján. 11/09/2020 













Comentarios

  1. Hermosa descripción de sus comienzos. Maestra de vocación y espíritu aventurero.

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    1. Muchas gracias; parece tan pequeña la palabra, sin embargo es un mundo para mí que lo hayas comentado. Que Dios te bendiga Unknown.

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