Entradas

Todavía no sucede. Hoy.

Imagen
En el mes de Marzo, de un año que ya no recuerdo, escribí esta entrada: " Todavía no sucede..." Algo cambió sin embargo. Aunque ese algo es una minúscula parte de un todo sin rehacer o mejor dicho fundar nuevamente; la nueva aplicación que estos tiempos requiere para ser utilizadas al menos con un atisbo de sentido común y es darse cuenta definitivamente que el analfabetismo no hace un país, la cultura sí. Una sociedad como aquélla formada por inmigrantes que traían consigo sueños de una vida mejor para sí y sus descendencias, en estas tierras prodigiosas lo lograron y con ese obstinado hacer de todos los días acumularon la buena fortuna que permitieron tener su codiciado: "¡¡MI HIJO EL DOCTOR!!" Con estos fundamentos releo estas palabras que allá al comienzo de clases escribí con una ilusión que al día de hoy se convirtiera en una realidad para contar con alegría que ya todo pasó; mas no ha sido así, al sur todo es caos, el ser humano de tierras muy frías, tiene

Recordando: El patio de las glicinas

Imagen
Releo algunos de mis escritos y no puedo disipar esta sensación nostálgica de los tiempos en que la alegría siempre estaba presente en cada sonido de la naturaleza en general.  Extraño el saludo matinal entre los vecinos, la amistad de los adultos. Desde esta distancia creada por ley inamovible, busco asilo en el único regazo seguro donde sienta cobijo: mi infancia. Y rescato nuevamente Este relato sencillo como una confesión sin preparación académica y escribí: Despertar por las mañanas un domingo tenía su encanto, no había que apresurarse por nada, las obligaciones escolares terminaban los viernes.  Cada domingo esperábamos alguna que otra sorpresa, así éramos los niños en aquella época; cuya infancia cursaba en un pueblo de campaña. Estábamos en plena primavera, la casa familiar contaba con diversos y variados patios, cada uno con su encanto particular.. .    Mi preferido el que estaba cubierto por una trepadora que le llamaban glicina, cubría mucho como un "techo"

En las aulas de otros tiempos.

Imagen
Hace tiempo los cuentos de hadas comenzaban así: "Había una vez..." Como la imagen demuestra; un hermoso acontecer diario en una escuela de mi país Argentina.  Mi país quedó dentro de mis recuerdos más bellos y este siglo me sorprende en otro de igual nombre el cual nada tiene de similitud con el mío. Pero el nombre me traslada a las aulas que conocí y donde dejé mis más generosos momentos del saber y la creación de valores inconfundibles con los que formé verdaderos ejemplos educativos. El conocimiento permite la expresión que desarrolla el intelecto de cada persona, transformándola en un individuo capaz de descubrir por si mismo todo su potencial en el área que su genialidad le permita mostrar primariamente a sí mismo, por tanto a los demás en sociedad o comunidad. Así me formé, quizás esa formación docente no me permite hoy "Encajar" en esta sociedad de un pais ajeno el cual no conozco. Tampoco el idioma, su Himno Nacional, su bandera... Es decir los símbolos que

Siempre una historia.

 Apenas comenzaba mi andar por la vida y ya preveía lo que sería en mi futuro. Nací dentro de una familia de clase media alta allá en un pueblito de campaña llamado Calchaquí, ubicado casi en el centro de la provincia de Santa Fe. Descubrí tempranamente que podía pensar; sí, nada menos que pensar. Fui la primera en nacer, por lo tanto la mimada de papá. De esto hace mucho tiempo, cuando la sociedad tenía hábitos, usos y costumbres que solamente las generaciones actuales pueden tener acceso si alguien como quien suscribe puede contar.  Abundaban entonces los más preciados tesoros: ¡LOS LIBROS! Leí por allí una nota que luego de la pandemia ,en el país Francia ¡Se están recuperando libros y los venden a montones en las calles de París. ¿No está genial? Eso no ocurriría aquí jamás, porque cuanto más lejos estén ... Mejor...  Es una reflexión propia por lo observado, a ninguna persona dedicada a la política le conviene una sociedad instruida porque  es fácil de manipular y llevársela como

La moneda.

Imagen
En este día especial, se me ocurre recordar cómo aprendí a ser honesta sin saber su significado. Este recuerdo lo escribí hace un tiempo ya pero se adapta a esta realidad de hoy. Era un domingo cualquiera de pleno verano allá en Calchaquí. La mañana soleada presagiaba una jornada de descanso hecho a la medida para el pueblo. Mi papá se levantó antes que nadie, le gustaba aspirar ese aire puro con aroma de pasto mojado por el rocío. Como era costumbre, tambien me levanté y fui tras él. Yo tenía apenas seis años de edad; lo recuerdo ya que era su compinche en algunas ocasiones.  –¿Estás aquí? la pregunta obligada al notar mi presencia tan diminuta, provocaba que levantara mi cabeza sin decir nada; lo veía tan solemne e inalcanzable... Claro, era mi papá, mi héroe, el gran sabio de los cuentos que encontraba cuando leía los libros que me regalaba. Supongo que muchas personas han tenido y tienen un papá magnífico, el mejor de todos, porque eso era o es para cada hijo. Lo acompañé a re

Cuando el dolor tocó a mi puerta.

Imagen
La vida, ese misterio con todos sus interrogantes, en algún momento avasalló mi existencia dejándome en el más inmenso mar solitario, desprovista de recursos para responderlos. Todo se supera.  Fue entonces, cuando creía que no podría afrontarlo, escribí en alguna parte lo siguiente: La búsqueda. Qué vacío había quedado  mi corazón. Tanto te busqué, por años en los recónditos misterios de preguntas sin respuestas; en mi memoria infantil, en mis solitarios juegos a “la casita”; en el horizonte del llano sin futuro; en la edad de no entender la ausencia del abrazo, mucho menos al oír la palabra “señorita”, apenas con un  puñadito de años que aparecieron trayendo más incógnitas. Te busqué… una larga búsqueda la cual me llevó a crearte en mi mente, más se convirtió en algo inalcanzable. Creciste en ella con toda la magnitud de una necesidad imperiosa hacia donde depositar la mirada. Te busqué en el espacio, en los cielos de los dioses, en el cielo de un dios, en las nubes con

Día del maestro en mi país.

 Decir maestro hoy es como un término en desuso. Recuerdo en los tiempos que ser una maestra era ingresar a un mundo de sabiduría; perfecto en todos los sentidos de la formación humana. Hoy es solo un trabajador de la educación, algo menos que empleada doméstica, sin estudios secundarios con un certificado de estudios "bajado" por internet, total no hace falta ni siquiera saber expresarse en ninguna forma. La expresión general: "... y bue.. es lo que hay..." ¿Qué pienso? Me gustaría ingresar en el túnel del tiempo. Puedo con toda certidumbre afirmar que tuvimos una época que realmente éramos civilizados. ¿Qué significa? Quizás algún día realmente quieran saber de qué se trata... Suerte amigos. ¡FELÍZ DÍA DEL MAESTRO! Lo dice una maestra formada en aquel tiempo de la elevación del intelecto. Que se evaporó como esta realidad.