Una mirada a la vida

Dejo aplacar un poco el galope de los recuerdos deteniéndome a reconocer este hoy con sus facetas multicolores según pasan las horas.  Un verano con esa mezcla de incertidumbre que nos hace abanicarnos o abrigar nuestras manos, porque se le ocurre al clima que en un solo día vivamos las cuatro estaciones. No, no son las de Vivaldi, ojalá lo fuera. En fin.  Hoy pasa esto, la ciudad está en calma, la calle no tiene en estos momentos el menor  atisbo de sonido que refleje algo de vida.  Me gusta el silencio, solo un poco, ayuda a pensar y repensar en ésto o aquéllo o diseñar en papel algún que otro pensamiento constructivo para aquietar el espíritu – mi frase favorita– Y continúo mi camino con pasos cautelosos, no sea que me resbale en un apuro por encontrar lo que no estoy buscando.  Somos el teclado y yo con la única compañía de un ayer que ya no está y es eso nada más, solo un ayer soñado que fue maravilloso dejando amorosamente en mi baúl de los recuerdos, este sa