Sonetos de la vida

En estos días tan especiales donde impera la imaginación tan solo para sobrellevar el encierro obligado por razones difíciles de comprender; un impulso como otros tantos  me llevan a escribir historias de otros tiempos en la bella época de estudiante. 

Hoy contaré sobre el idioma que aprendí a usar tanto en la escritura como la lectura. El mismo que uso en mi diario decir de las cosas, las expresiones cuyos contenidos me permiten explayar pensamientos tal como los concibo sin modificación en su trayecto. Así lo aprendí de excelentes profesores y doy gracias  a DIOS por haber pertenecido a esa generación destacada en todos los sentidos.

Ejemplo:

Aquél idioma castellano, tan rico en expresiones como lo descripto en este soneto: 

CAMPOS DE MI PROVINCIA

Imaginación al alcance de la creatividad.
Campos de mi provincia en el estío,
infinitos, monótonos, iguales,
carretadas de pastos naturales
más el alambre tenso de algún río.

Un monte a la distancia azul sombrío,
parches esmeraldinos de maizales,
molinos, parvas, silos, animales,
y luego el sol de la llanura y mío.

Hoy al cruzaros rumbo al mar de nuevo,
mi antiguo voto lúcido renuevo:
¡estallad en mil granjas divididos!

Y guardadme el rincón más miserable
en que un sonoro álamo me hable
junto a los claros hijos ya nacidos.
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Baldomero Fernández Moreno.
Escritor argentino.

Esa  escritura, tan rara en este siglo, con aroma de antigüedad perdida en el tiempo, sigue estando en mi memoria como otros sonetos aflorando por un instante al contemplar desde esta altura, el volar de las aves que circundan mi cielo cotidiano.

Gracias amigos por leer. 
Un deseo de mi parte para ustedes: Que cada día de esta realidad sea digna de ser vivida con amor.
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Yolanda O.
Luján- 13/05/20
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