Un paso a la vez.

Comenzó Febrero 2019, mi reflexión para hoy día dos.

Y fueron tantos los hechos que acontecieron en aquel tiempo del final de mi infancia, que un día impensado, los adultos de entonces decidieron mi destino sin hacer preguntas porque no tenía edad para hacerlas, solo era una niña en todo su significado, con pensamientos fantásticos irreales y lejos del alcance de los juicios ajenos a mi entender.

Ya había pasado navidad en Calchaquí. Tambien el año nuevo y Día de Reyes. Concluida mi primera etapa de preparación educativa, comenzaría en pocos meses, la segunda: Estudios secundarios ingresada como pupila en un colegio de monjas en otra ciudad: Vera.

Mamá se dedicaba a confeccionar el uniforme que debía usar para las clases, otro para las horas de descanso, y muy destacado el uniforme para los días de actos principales. ¡AH! tambien se usaba sombrero para esos días de gran protocolo de un color azul muy oscuro. El número que me asignaron fue el dieciséis; debía ser bordado en todas las prendas de mi pertenencia. Esa era la tarea en que personalmente colaboraba para preparar mi partida en el mes de Marzo.

No hubo vacaciones ese año para mí.

Al comenzar las clases en el Instituto, perdería hasta mi nombre de pila, solo me llamarían ¡Dieciséis...! Debiendo responder. ¡Presente!

Hoy comprendo tantas cosas que me fueron arrebatadas junto con mis años felices. Siento en algunas oportunidades en qué momento de nuestras vidas se produce un cambio tan grande que todo lo perdemos sin tener oportunidad de decir ¡NO! –Sí ya sé, el temor a crecer, era tan lindo ser niños...–



La más bella de todas: la etapa de la niñez.


En mi caso particular, prefería esos años de juegos y risas, silencios nocturnos mirando las estrellas de un cielo de verano, aspirar profundo para llenar mi sueños del aroma a glicinas del patio principal, el bullicio del canto de los pájaros comunicándose entre ellos en un sin fin de gorjeos que no entendía, los comparaba con las risas nuestras cuando jugábamos a la "peste".

La felicidad que me provocaba cuidar y atender a mi hermanita, la menor, mi muñequita real, con sus ojitos celestes como el cielo que me fascinaba, hermosos rulos rubios o dorados según les daba la luz y toda vivencia que no puedo hoy dejar de recordar como su perfume a bebé o su vestidito de tul blanco bordado con hilo rosado, manitos pequeñas, piecitos calzados con escarpines tejidos con tanto amor por mamá.  Tal vez no sepa nunca qué significó para mí su llegada a este mundo, solo les cuento que yo había comenzado la escuela primaria cuando ella llegó a la flia. allá por el mes de Abril. En fin, cosas de aquéllos tiempos.

Extraño sí a mis amiguitos compañeros de escuela y juegos, ya no están al alcance de mis ojos, existen en el recuerdo y quizás los traigo a mi presente escuchando alguna canción del tiempo pasado, tan solo con buscar en Youtube.

Amigos, disfruten el verano, sus vacaciones, su dejar la rutina, ya habrá tiempo para lo que sigue. Hoy es tener la sonrisa al alcance de la vida. 


Muchas felicidades amigos, quizás estas palabras sean un homenaje a mi hermana que continúa llevando la alegría por donde va.
No olviden: ¡Los quiero!

Yolanda O.

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