La ventana.

Cuentan por allí, que Alejandro Dumas, sí amigos y amigas, el mismo de "Los tres mosqueteros", llegado a su vejez, ansiaba concluir un libro que conmoviera a la opinión pública de aquel entonces. Lograr esto era una tarea algo difícil, así que para conseguirlo, pidió a sus amigos y familiares que no lo visitaran ni lo interrumpieran en su trabajo. Cerró ventanas cubriéndolas además con pesados cortinados y con llave la puerta. Así pasaron los meses con el viejo encerrado voluntariamente iluminado apenas por la luz de una vela. Un día, su fiel ama de llaves resolvió afrontar sus iras y golpeó la puerta. Cuando Dumas le abrió, le dijo sencillamente: "Don Alejandro ¿me va a permitir que le haga una limpiecita, porque así no puede seguir?" Cuando esta señora corrió los cortinados  y entró la luz, Alejandro Dumas vio que había sobre todos los muebles una capa de polvo de dos centímetros y se asombró de que hubiera podido estado viviendo en esa mugre.

¿Por qué les cuento esto? A ver, nosotros tambien tenemos que abrir la ventana, para que entre un poco de luz a nuestras vidas. En toda situación en que tenemos trato con otras personas,  nos miramos a nosotros mismos a través de sus ojos . Entonces nos encontramos indefensos ante el "Qué pensará de mi" Una serie de preguntas que nos hacemos, pueden hacer estragos sobre nuestra autoestima y valoración, claro que no son los demás, somos quienes provocamos esto, y al final nos dañamos gratuitamente sin el menor esfuerzo. Nos sentimos mal y "la culpa" la famosa culpa es de otro.

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